domingo, 24 de enero de 2010

GRUPO RELIGIÓN Y POLÍTICA




El Concilio de Trento de Tiziano. París, Museo del Louvre

La reforma católica tuvo sus precedentes en las reformas nacionales y en el deseo de un Concilio General.
Un sector donde se notó muy pronto la renovación fue en las órdenes religiosas, con iniciativas que van desde la devotio moderna hasta la creación de nuevas órdenes, pasando por las hermandades y oratorios, donde se unieron láicos y eclesiásticos para estimular la piedad y buscar la santificación a través de una fe mística (Oratorio de San Girolano, Oratorio del Amor Divino, Hermandades de San Juan de Dios).
Entre las nuevas órdenes mencionaremos a los Capuchinos y los Jesuítas. Destacaron pronto como confesores y diplomáticos, por la reforma educativa creando escuelas y universidades y por su dinamismo misional.
Desde un principio se había decidido discutir simultáneamente las cuestiones dogmáticas y las disciplinarias. El Concilio elaboró los decretos dogmáticos o cánones de la iglesia y los derechos de reforma. Los primeros van encaminados a terminar con la herejía, considerando hereje a aquel que no lo acepte. Reafirma el valor de la misa y la presencia de Cristo en la Eucaristía. El latín sería el idiona de culto. Mantiene los siete sgramentos con la recomendación de que se comulgue con frecuencia. Rechaza la Comunión bajo las dos especies y afirma el libre albedrío, la existencia del Purgatorio y el culto a la Virgen y los santos, el valor de las buenas obras, la eficacia de las indulgencias y los sufragios y la existencia del pecado original, que se borra por el Bautismo por los méritos de Cristo y por último, sanciona el Credo en la versión citada en el Concilio de Nicea.
Los decretos de reforma afectan a la disciplina y al régimen interno de la iglesia y varían con el tiempo. Se reafirma la jerarquía eclesiástica y la selección y preparación de los clérigos que ven incrementadas sus labores pastorales (predicación y catequesis); mantiene el celibato; recomienda a los obispos visitar frecuentemente sus diócesis y prohíbe acumular beneficios. Establece la creación, como mínimo de un seminario por diócesis y tener 25 años para ser nombrado sacerdote. Se obliga a vestir los hábitos y ropa talar.
El Concilio no se define en cuanto a la infalibilidad del Papa, pero favorece su autoridad.
El Catecismo de 1566 recoge el contenido de la Religión como quedó establecido en el Concilio y lo pone al alcance de todos.

ERASMO DE ROTTERDAM

Desiderius Erasmus Roterodamus (1446-1536) fue una personalidad enormemente controvertida y molesta en su época. En la encrucijada entre la Reforma protestante y la obsoleta ortodoxia tradicionalista de la Iglesia cristiana, el cautelosos Erasmo se granjeó la enemistad y el repudio de ambos bandos.

Nacido en Rotterdam, Holanda, en 1469, recibió una buena educación impregnada por el estudio de las bonae litterae, esto es, de la literatura y las lenguas grecolatinas propias del humanismo renacentista, movimiento del que fue uno de sus máximos y más refinados representantes.
En 1492 tomó los hábitos monacales y pasó al año siguiente a trabajar como secretario del obispo de Cambrai, que necesitaba un buen latinista. Esta posición le permitió realizar numerosos viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y relacionarse con la mayoría de los centros humanistas de Europa. En su estancia en Inglaterra se codeará con la nobleza y con las elites intelectuales y políticas de su tiempo, entablando una gran amistad con Tomás Moro, futuro canciller de Enrique VIII.
En 1500 Erasmo se doctora en teología por la universidad de Turín y en 1521 se establece en Basilea, ciudad en la que había surgido un importante grupo de humanistas reformadores. A partir de entonces, y debido a la popularidad de su obra y de la aparición de la figura de Lutero, vivirá un período de profunda inestabilidad y de continuas disputas provocado por la ambigua postura que mantenía en la intransigente polémica entre reformistas y cristianos ortodoxos. Polémica de la que no pudo apartarse y que acabó con su repudio y con su obra en el Índice de libros prohibidos.
Gran estudioso y conocedor de la literatura y las lenguas grecolatinas, Erasmo fue un escritor enormemente original que puso su ingenio y la perspicacia lúcida e irónica de su pluma al servicio de una reforma de la Iglesia y de la sociedad que permitiera una vuelta al auténtico espíritu del cristianismo, perdido en abstractos formalismos escolásticos y degenerado por las corruptas instituciones y ritualismos eclesiásticos.
Una de sus primeras obras Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) escrita en 1501, pone de manifiesto lo que será una constante en toda su obra: el camino hacia Dios a de hacerse por vía de la interiorización. Lo institucional de nada sirve si el hombre no examina su propia conciencia y hace uso de su libertad y de una auténtica fe. Utilizando los pares platónicos, visible/invisible o carne/espíritu, Erasmo identifica el ceremonial de la Iglesia con el ámbito de la apariencia e irrealidad.
En 1509 Erasmo publica la que será una de sus obras más populares Moriae encomium (Elogio de la locura). Escrita como un juego divertido, y dedicada a su amigo Tomás Moro, cuyo apellido curiosamente proviene de la palabra latina moria, esto es, locura, esta obra tiene el trasfondo serio propio de los bufones: sólo a éstos les estaba permitido airear con franqueza las grandes verdades y desenmascarar, con la risa, los peores defectos.
El Elogio de la locura es una acertada sátira de ingeniosa crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son despiadadamente analizadas por la Locura, que es la que narra el relato. Su burla mordaz no deja títere con cabeza: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de la locura, la stultitia, la estupidez.
La crítica se ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su anticuado método escolástico. Todos ellos están bajo el gobierno de la Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. Se debe huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la inautenticidad y recobrar la espiritualidad primigenia a través de una sincera vivencia individual. El pasado es considerado como un motor de renovación porque nos permite volver sobre nuestros pasos hacia ese punto de la historia donde se pervirtió el verdadero sentido del cristianismo y comenzó la decadencia de la cultura.
Esta misma crítica aparecerá en la obra Institutio Principis Christiani (Educación del príncipe cristiano). Escrita en 1516 y dedicada a Carlos V, al cual sirvió de consejero, Erasmo invita a que el rey sea también filósofo: sólo así aspirará al bien supremo y, por lo tanto, podrá ser un auténtico cristiano.
La corrupción de la Iglesia es producto de su alejamiento de la verdadera esencia de las cosas y del cristianismo de los primeros padres de la Iglesia. Erasmo se propone hacer una exégesis de la Biblia que concilie la cultura con el cristianismo, las bonae litterae con las sacrae litterae. En 1516 publica una obra que tendrá una amplia repercusión en los círculos reformistas: una nueva edición de los Nuevos Testamentos que, utilizando los métodos filológicos propios del humanismo, descalificará la utilizada oficialmente por la Iglesia: la Vulgata.
Esta modificación de un texto sagrado era muy molesta y peligrosa porque suponía arrebatarle a la Iglesia su hegemonía y su autoridad y porque además iniciaba un proceso de renovación de la teología y las instituciones cristianas que sería secundado, radicalizado y llevado a la práctica por Lutero, Zuinglio y Calvino. De hecho, Lutero, aun separándose del erasmismo en muchos aspectos, utilizó la exégesis bíblica de Erasmo, así como su método humanístico. Remitiéndose al texto griego, Erasmo mostró cuánto se había devaluado el sentido original del cristianismo y de qué modo las autoridades exegéticas se habían valido de su poder y autoridad para perpetuar esto de forma no demasiado lícita.

Cuando la reforma de Lutero y Zuinglio se puso en marcha, Erasmo quedó en una situación muy comprometida. La vieja Iglesia pretendía que públicamente condenara el luteranismo y los reformistas le acuciaban para que hiciese clara su adhesión al reformismo que ellos propugnaban. Había comenzado ya la persecución de herejes y Erasmo se había visto envuelto en intrincadas polémicas de las que no saldría muy bien parado. Se le acusaba de sacrílego e impío, de malinterpretar las sagradas escrituras y proteger y defender a los reformistas. En medio de esta situación, a todos les parecía muy ambigua y sospechosa su postura conciliadora, neutral y tolerante. Las presiones eran tan grandes que en 1524 Erasmo, a pesar de defender la pluralidad religiosa dentro del Estado, se decide a escribir una obra que trata un tema meramente académico pero en el que muestra su controversia con el luteranismo: De libero arbitrio (Sobre el libre albedrío).

Lutero había afirmado que la salvación de los hombres dependía exclusivamente de la libre voluntad de Dios. Tiene lugar por la fe otorgada por la Gracia divina. Para Erasmo, aunque la Gracia es la primera causa para la salvación humana, también las obras ayudan al hombre a merecerla. La responsabilidad personal es necesaria para que el hombre no se convierta en un ser negligente e impío.

Este posicionamiento de Erasmo en contra del luteranismo, que significó la ruptura entre la Reforma y los humanistas, no le ayudó a mejorar de su comprometida situación:

"Por lo que veo mi destino es ser lapidado por las dos partes en disputa, mientras yo pongo todo mi empeño en aconsejar a ambas partes"

En 1527 numerosos fragmentos de sus obras se condenan, incluso sus Colloquios (Coloquios), una obra cuya finalidad era facilitar el aprendizaje del latín a los estudiantes y que estaba escrita jocosa y desenfadadamente como una serie de diálogos entre una diversidad de tipos que representaban al conjunto de la sociedad.
Aunque sus ideas se difundieron por casi toda Europa, dando lugar a una corriente denominada "erasmismo", de aquí en adelante y hasta su muerte acaecida en Basilea el 12 de Julio de 1536, Desiderius pasó una vida penosa, repudiado por todos y agravada por la gota y el reumatismo. Pese a todo, su "humanismo de la Biblia" , su maestría filológica y literaria, y su espíritu crítico y reformista le han otorgado un merecido puesto de honor en la historia.

EL PADRE JUAN DE MARIANA

Ejemplo representativo de los escritores de la Compañía de Jesús. Hijo natural del deán de la colegiata de Talavera, Juan Martín, y de Bernardina Rodríguez; a lo largo de su vida hubo de soportar muchas afrentas a causa de su humilde extracción. Estudió Artes y Teología en Alcalá de Henares, en una atmósfera saturada de Humanismo. Allí tuvo como maestro de noviciado a San Francisco de Borja. Profesó en la Compañía de Jesús en 1554 en Simancas. Acabó su formación sacerdotal en el colegio jesuita de Roma, donde a partir de 1561 fue uno de sus mejores profesores, contando entre sus alumnos al futuro cardenal Belarmino, que sería protector de Francisco Suárez. Luego fue enviado como profesor a Palermo en Sicilia y después a París, donde recibió el grado de doctor y permaneció cinco años enseñando Teología sobre todo en la Saint Barthélemy; estuvo un tiempo en Flandes. Tras caer enfermo a consecuencia de sus intensas actividades como enseñante, regresó a Toledo en 1574, en cuyo semirretiro se consagró a la redacción de sus libros. En 1578 recibió el encargo de informar sobre la presunta heterodoxia de la Biblia políglota cuya edición dirigía en Amberes Benito Arias Montano, en particular en la versión siríaca del Nuevo Testamento; su informe, que le llevó dos años de estudio, fue favorable.
Esto le valió tal reputación que desde entonces se le encomendaron otros trabajos parecidos e igual de delicados.


FRANCISCO DE QUEVEDO

Quevedo nació en Madrid y fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse y lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa)

Quevedo también se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, la Vida del Buscón, y un cierto número de cortos opúsculos burlescos que le ganaron cierta celebridad entre los estudiantes y de los que habría de renegar en su edad madura como travesuras de juventud; igualmente por esas fechas sostiene un muy erudito intercambio epistolar con el humanista Justo Lipsio, deplorando las guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín.

GRUPO CONTRARREFORMA


















La contrarreforma es la reacción católica frente al avance del protestantismo, desplegada fundamentalmente desde la Paz de Augsburgo (1555) y la de Westfalia (1648).


Al enfrentamiento sistemático con la Reforma precedió una afirmación doctrinal y un saneamiento de las costumbres de la iglesia que permitieron afianzar su control en los países católicos. Partiendo de este esfuerzo, que culminó en el Concilio de Trento, la Contrarreforma realizó un programa de gran alcance, encaminado a reconquistar por las armas los países protestantes y a reintegrar, utilizando diversos medios, a las masas desviadas del catolicismo. Simultáneamente una amplia labor misional en las zonas de los descubrimientos. España e Italia figuran a la cabeza de la renovación y serían sus impulsores. En el caso de España su participación fue destcada, tanto en su vertiente ideológica (contribución doctrinal al Concilio de Trento, neoscolasticismo, aparición de un nuevo misticismo), como en la práctica, con la revitalización de la Inquisición, creación de la Compañía de Jesús, reforma y creación de órdenes monacales. El Tribunal del Santo Oficio Español, de probada eficacia, sirvió de modelo para la reorganización de la Inquisición.
Con lo que respecta a Italia, los primeros intentos estuvieron relacionados con el Oratorio del Amor Divino (1517), círculo selecto y minoritario de clérigos y seglares empeñado en la renovación de la iglesia y cuyo sentido fue recogido por la Orden de los Teatinos en 1524, la que influyó sobre la de los Barbabitas en 1530.
En 1528 fue reformada una importante sección de los Franciscanos por Mateo de Bascio, surgiendo así la orden de los Capuchinos, que figuraría, junto con los jesuías a la vanguardia de la acción contrarreformista.
La marea renovadora alcanzó la cabeza de la cristiandad en el pontificado dePaulo III, quien elevó al cardenalato a los más insignes miembros del Oratorio del Amor divino, entre ellos Giampietro Carafa, futuro Paulo IV. Reorganizó la Inquisición, aprobó la Compañía de Jesús y, sobre todo, inició las deliberaciones del Concilio de Trento.

El Concilio repartió sus sesiones en tres etapas diferentes, con Paulo III, Julio III y Pío IV. Las dos primeras se carazterizan por el intento de fundamentar la reunificación cristiana, y la última, cuando éste objetivo era ya inviable, por la afirmación de la unidad dogmática del catolicismo.
El Concilio abordó asímismo la reforma legal de la iglesia, particularmente en lo que se refiere a la creación de un nuevo clero, desde los estratos inferiores a las supremas jerarquías (Reforma desde abajo o desde arriba).

Así, con las bases asentadas, la Contrarreforma desplegó su ofensiva contra el protestantismo, ofensiva en la que los argumentos religiosos fueron apoyados por el poder político. Fue apoyada y asumida por soberanos, principalmente por los Austrias en sus ramas española y alemana.

No cabe duda de que el monarca más representativo de la Contrarreforma fue Felipe II, que durante la segunda mitad del siglo XVI asumió la jefatura del bloque católico, volcando la potencia del Imperio Hispánico en la lucha contra los protestantes. Desarroló una intransigente persecución contra los calvinistas de los Países Bajos, los hugonotes franceses y la Inglaterra de Isabel I.

Uno de los acontecimientos más dramáticos de la Contrarreforma tiene lugar en la segunda mital del siglo XVI. Francia, dónde el calvinismo se ha expandido rápidamente, se enfrentó sangrientamente contra la oposición católica. Entre 1562 y 1598 se escalonaron hasta ocho guerras de religión, complicadas por la intervención extranjera.

La Contrarreforma alcanzó en Alemania y en los territorios de los Habsburgo, algunos de sus más señalados éxitos, recobrando comarcas perdidas y afirmándose en otras amenazadas.

En los Estados patrimoniales de la casa de Austria la ofensiva fue todavía más virulenta, especialmente en Estiria, cuyo archiduque, Fernando, erradicó expeditivamente el protestantismo, colocando a sus adeptos en la disyuntiva de abjurar de él o salir del país.

La Paz de Westfalia, que pondrían el punto final a la Guerra de los Treinta Años, estableció la idéntica legalidad de ambas confesiones, si bien reconoció, de hecho, el terreno ganado por la Iglesia Católica desde los comientos de la ofensiva contrarreformista.

IMÁGENES DEL EMPERADOR

CARLOS v JOVEN Y FUERTE, EN TODO SU EXPLENDOR


UN CARLOS V AGOTADO Y AQUEJADO DE GOTA

sábado, 23 de enero de 2010

GRUPO CARLOS V

Carlos V fue el hombre más poderoso de su época y aglutinó más poder que ningún monarca. Fue, sin duda, un hombre singular que, aunque nace en 1500 en Gante, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, cuando llega a España para hacerse cargo del trono, con sólo 17 años, sabe hacerse poco a poco con el cariño y el respeto del pueblo que, en un principio, ve en él un usurpador, un extranjero. Fue el primer rey de la Casa de Austria en España. Se reunen por primera vez en la misma persona las Coronas de Castilla y Aragón, sin significar ésto que fueran un reino único. Elliot escribió que los Austrias eran reyes absolutos en Castilla y sólo monarcas constirucionales en Aragón. Las ambiciones imperialistas de Carlos V nunca fueron compartidas ni por Castilla ni por Aragón.

Con respecto a la vocación política de Carlos V existen dos tesis. El emperador tenía un alto concepto de sus deberes como emperador. Por una parte, la historiografía alemana estima que Carlos V, bajo la inspitación del Canciller Gattinara, se proponía establecer la Monarquía Universal, idea que ya Voltaire rechazaba. De otra parte, Ramón Menéndez Pidal sostenía que Carlos V recogió la tradición de los Reyes Católicos cuyo lema sería "Paz entre cristianos y guerra a los infieles". Sea como fuere, sólo una miniría de españoles, sobre todo los erasmistas como Juan de Valdés, compartían aquel mesianismo imperial. Para los más, incluso para altos funcionarios como el Duque de Alba, los intereses esenciales eran los de España.

Tres años más tarde del dramático saqueo de Roma en 1527, Carlos V fue coronado como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el Papa Clemente VII en Bolonia, en una ceremonia altamente simbólica, aunque cargada de anacronismo, ya que venía a reanudar la tradición medieval de alianza entre el poder espiritual de la iglesia y el poder temporal, cuya cabeza visible era el emperador.

Carlos V jamás eludió sus responsabilidades. Como buen cristiano deseba llegar ante Dios con el deber cumplido. Su imperio era un mosaico de pueblos, lenguas y culturas que él se propuso unir.

HISTORIOGRAFÍA DE LAS IMÁGENES

Se trata de ver más allá de lo que nos muestra una imagen en el arte.
En la época, el pintor puede llegar a pintar al emperador majestuosamente montado a caballo cuando en realidad ya no puede hacerlo que la gota que padecía. La misión del historiadorr es estudiar la intención que tuvo el artista al pintarlo.
Durante siglos se ha visto a Carlos V como un emperador opresor, pero a partir del siglo XX la visión cambia y se tiene una idea mucho más amable de él.

IMAGEN QUE CARLOS V PROYECTÓ EN ITALIA

Es un momento importante en su vida. Cristliza la idea del Emperador al igual que los emperadores romanos, como por ejemplo Escipión. Se sorprenden pues, frente a la idea del déspota que tienen de él se encuentran con un hombre afable y, sobre todo, católico. Para Carlos V la empresa italiana es fundamental. Desea pacificarla (durante su reinado se producirá el saqueo de Roma).

Hay una proyección de su imagen como "Príncipe de la Paz", con la idea del caballero cristiano y se le mitifica



IMAGEN QUE PROYECTÓ EN FRANCIA

Francia y España tenían rivalidades desde siglos atrás. Francisco I, rey de Francia fue el mayor rival de Carlos V. Tres fueron sus puntos de fricción: Navarra, Borgoña e Italia.
Entre 1521, en que Francisco I invadió Navarra, hasta 1544, fecha de la par de Crépy, una serie de guerras enfrentaron a Carlos V y Francisco I, quienes buscaron apoyo en los demás príncipes y potencias de la época y cuya rivalidad ensangrentó repetidas veces las tierras de Europa.
Con todo lo expuesto resulta lógico que la corte parisina no fuera muy proclive a la figura del emperador.

domingo, 17 de enero de 2010

TIEMPO DE PACES


La exposición, a través de grabados y pinturas trata de reflejar los periodos desde la Revuelta de los Países Bajos hasta la Tregua de los Doce años, ilustrando la mayoría de cuadros, mediante alegorías los momentos más significativos de este periodo.




Minerva desarmada por Venus, alegoría de la Paz de Cateau-Cambresis entre Enrique II y Felipe II que ponía fin a su enfrentamiento en el norte de Italia y en la frontera de los Países Bajos. El acuerdo incluyó un doble enlace matrimonial: del duque Manuel Filiberto de Saboya con Margarita de Valois, hermana de Enrique II de Francia y del rey Felipe II de España con Isabel de Valois, hija del soberano francés y de Catalina de Medicis.
La diosa del amor Venus abraza a la diosa de la guerra y de la paz Minerva. Como símbolos de la Paz aparece una rama de olivo, la paloma de la paz y un ángel coronando con una corona de laurel.


Protesta de la nobleza ante la gobernadora general Margarita de Austria en el palacio de Coudenberg en Bruselas, 5 de abril de 1566. Franz Hogenberg

Estos aguafuertes fueron publicados como hojas volanderas, suplementos de noticias e ilustraciones de libros históricos. Esta estampa representa la petición formulada en abril de 1566 por un grupo de nobles ante Margarita de Austria, gobernadora general de los Países Bajos. La situación entre la gobernadora y buena parte de las elites se había ido deteriorando tras la destitución del Cardenal Garnvela. El conde de Egmont había acudido a la corte española a solicitar a Felipe II que se rebajase la severidad de los placartes dictados para reprimir la herejía protestante. El barón de Brederode, acompañado de 300 confederados armados que se autodenominaban “mendigos”, presentaron antela regente la petición que exigía la moderación de los placartes y la abolición de la Inquisición.




La furia española en Amberes, 4 de noviembre de 1576.
El duque de Alba y su tribunal de la sangre continua con las persecuciones y los tercios españoles no cobran por la segunda bancarrota de 1575 por ello saquearon la ciudad de Amberes durante cinco días. En 1574, unos 4500 veteranos del ejército de Flandes entraron en la ciudad de Amberes para tomarla como rehen y exigir el cobro de las numerosas pagas atrasadas. El año 1576 quedaría marcado por los graves motines y saqueos que protagonizaron las tropas impagadas, primero los españoles y luego los valones. El acto mas severo que finalizó con la firma de la Pacificación de Gante fue al asalto y saqueo de la cuidad de Amberes el 4 de noviembre de ese año.
Este lienzo demuestra la crudeza de las atrocidades cometidas por los soldados: asesinatos, violaciones, ensañamientos con la población civil, saqueos, pillajes.. Al fondo se ve el ayuntamiento ardiendo. Las calles estan repletas de cadaveres que son desnudados y que siguen arrojándose desde las ventanas. Los oficiales mas afortunados gozan de improvisados banquetes en las mejores casas como puede verse en sendos salones interiores a derecha e izquierda de la imagen. Se detallan torturas y excesos brutales.


Esta sátira antiespañola muestra un claro ejemplo de bestialización del adversario presentando a los españoles como “marranos” por su mezcla de sangre y costumbres con musulmanes y judíos.



Alegoría de la rendición de Amberes 1585. Hans Vredeman de Vries

Felipe II contrata los servicios de Alejandro Farnesio, Duque de Parma, para solucionar los problemas. En esta alegoría aparecen en el centro de la escena el rey Felipe II y el duque d Parma, que como general victorioso, entrega el escudo laureado de la ciudad de Amberes al rey. Entre las gruesas columnas figuran Hércules a la izquierda con una rama de olivo y su maza vistiendo la piel del león de Nemea, como símbolo de la fortaleza, y a la derecha, Prometeo con una lámpara encendida en su espada y una rama de olivo como símbolo de la perseverancia. En el mural trasero están representados alegóricamente actos de concordia: beso entre la paz y el amor y la paz y la justicia tienen las manos entrelazadas. En la esquina inferios izquierda huyen cualidades negativas: religión y discordia representada como una mujer atormentada con los pelos revueltos.


Spínola extrae al Leo Belgico la espina de Ostende. Aguafuerte.

El archiduque Alberto ofreció al marques Ambrosio Spinola (la familia Spinola eran asentistas genoveses, prestamistas que trabajan con Felipe II desde 1550. Inician un ascenso social muy rápido hasta ennoblecerse y ostentar el título de Marqués. Demuestra que la sociedad estamental del siglo XVI no era tan rígida y mediante dinero y servicios a la corona había posibilidad de un ascenso social) la dirección del asedio a cambio de proveer y anticipar el dinero necesario para costear los gastos que generaba.

La estampa, que forma parte de la serie de Hojas Históricas de los Hogenberg, representa al maestro de campo general Ambrosio Spínola quitando con sumo cuidado una espina clavada en la pata trasera de un manso león, alusión heráldica al escudo del condado de Flandes y al Leo Belgicus con que se representa al conjunto de los Países Bajos. Esa espina, se juega con el propio nombre del general que significa pequeña espina en italiano, representa a la plaza de Ostende y con su reconquista en 1604 se quería poner fin a la ocupación de Flandes por tropas de las provincias rebeldes.




Intercambio de las princesas Ana de Austria e Isabel de Borbón en el Bidasoa el 9 de noviembre de 1615. Atribuido a Pieter Van der Meulen.

Este cuadro representa el protocolo a la hora del intercambio de las dos princesas: Ana de Austria, hija de Felipe II que va a casarse con Luis XIII e Isabel de Borbón que se casará con Felipe IV. Se elige el río Bidasoa que es fronterizo entre ambos países y el intercambio se realizará en la Isla de los Faisanes que es territorio neutral. Se acuerda que, para que ninguno de los dos países prevalezca sobre el otro, las edificaciones en ambas orillas se hagan con las mismas dimensiones, se realiza un complejo juego de poleas para que ambas embarcaciones llevando a las princesas, lleguen al mismo tiempo a la isla. Los monarcas no podían asistir al intercambio. A pesar de estos acuerdos preliminares, España realizó una casta más grande que la francesa aprovechando el exceso de terreno que tenía por detrás respecto a Francia; Felipe III acudió de incognito entre la multitud, Francia realizó una fachada de su caseta más elaborada y decorada de lo previsto. Esto indica la importancia del ceremonial para las monarquías de esa época. No era una mera formalidad sino una expresión de poder, por eso en este caso se intenta una equidistancia entre ambos, situándose al mismo nivel.


Rocio Moreno Landahl
Tiempo de Paces. La PAx Hispánica y la Tregua de los Doce Años.

Fundación Carlos de Amberes

La exposición esta dividida en tres salas:

1. La revuelta de los Países Bajos (1559-1598)
2. La Pax Hispánica en el contexto europeo (1598-1617)
3. La Tregua de los Doce Años (1609-1621)

Esta dedicada a las distintas paces y treguas en tiempos de Felipe III, haciendo incidencia en el cambio en política exterior. Mientras la época de Felipe II está marcada por conflictos constantes contra los turcos, Francia y sublevaciones en los Países Bajos además del intento de invasión a Inglaterra, con Felipe III se percibe un cambio de orientación.

Ya al final de sus días, Felipe II es consciente de que su política con los Países Bajos no esta rindiendo lo suficiente y busca una alternativa para finalizar el conflicto. Para ello, nombra a su hija la infanta Isabel Clara Eugenia y a su marido el archiduque Alberto legítimos gobernantes de los Países Bajos con el objetivo de que sus súbditos pudieran ver en ambos sus legítimos gobernantes en lugar de un rey ausente afincado en Madrid. De esta manera, en 1598, los soberanos de esta parte de la monarquía hispánica serían el archiduque e Isabel Clara Eugenia y no Felipe III, pero en la práctica esto no es real, ya que los recursos proceden de España por lo que la dependencia de Madrid es muy acusada.

Desde 1588 hay más derrotas que victorias y un estado financiero de agotamiento con sucesivas bancarrotas. Felipe III es consciente de que Castilla no puede dar más de sí en escenarios de guerra continuos y va a encaminarse a una política de acuerdos: Paz de Verbins con Francia y el tratado de Londres en 1604 con Jacobo I de Inglaterra.

La Tregua de los doce años con Holanda es un cese a las hostilidades que se produce por dos motivos:
- Los holandeses se encuentran sin apoyos exteriores al haber firmado España el tratado de Londres y la paz de Verbins con Francia.
- Las provincias protestantes sufrían divisiones internas entre los que eran más proclives al entendimiento con España y los más radicales.

La Europa de principios del siglo XVII es distinta a la anterior, se abre camino a la tolerancia religiosa y a una mejora en la convivencia entre las distintas reigiones.

En política interior, el reinado de Felipe III asiste a un nuevo modelo de gobierno: El Valido (Duque de Lerma en el caso de Felipe III). Este fenómeno no es exclusivo de España sino que se da en todo el ámbito europeo en las prácticas de gobierno, como es el caso de Richelieu en Francia. Este fenómeno ha tenido muy mala prensa ya que se ha identificado con una práctica que alejaba al rey de sus obligaciones de gobierno, el cual pasaba a ser un títere manejado por el valido y una fuente de corrupción. Para el rey, este sistema también era ventajoso, ya que se beneficiaba de las redes clientelares y así podía organizar mejor el reino. Suponía ventajas de gestión para controlar un sistema político más complejo y además esconderse de las críticas, ya que estas siempre recaían en el valido.
El nombramiento del valido dependía de la voluntad del rey, ellos actuaban en nombre del rey.
Si es cierto que el duque de Lerma abusará de esta condición para su propio enriquecimiento y el de sus allegados que finalizará en su nombramiento de cardenal para escapar del ajusticiamiento. Peor suerte corrió Rodrigo Calderón que fue ajusticiado en la Plaza Mayor de Madrid.


El 9 de abril de 1609 se firmó en Amberes la Tregua de los Doce Años (1609-1621) entre la monarquía de Felipe III, los archiduques y la República Holandesa que supuso un significativo paréntesis en la Guerra de Flandes (1567-1648). Este periodo se sitúa en el contexto de una política de paces que marca los años 1598-1618 hasta el inicio de la Guerra de los Treinta Años en Bohemia y la posterior reanudación de las hostilidades en los Países Bajos y Alemania a partir de 1621.

Tras la abdicación imperial de Carlos V en 1555 y una vez acordado con Francia el tratado de Cateau-Cambresis (1559), que abría un largo periodo de paz entre las dos grandes dinastías de Europa, los Habsburgo y los Valois, las Diecisiete Provincias quedaban incorporadas a la nueva y pujante monarquía católica de Felipe II. Al frente del gobierno de Bruselas quedaba Margarita de Parma asistida por el cardenal Granvela. Los cambios introducidos mediante diversas reformas institucionales y fiscales chocan contra las tradiciones y privilegios de un territorio muy fragmentado. La instauración de la inquisición y la reorganización de los obispados provoca un movimiento de resistencia que se suma a la propagación de la Reforma en los Países Bajos y otros territorios vecinos. La nobleza flamenca elevará una queja formal a la gobernadora que activará una larga confrontación entre el poder real y buena parte de las élites urbanas y que se conoce como “Revuelta de los Países Bajos”. A los desencuentros políticos se suman las algaradas populares de forma que entre agosto y septiembre de 1566, el movimiento iconoclasta arrasa las imágenes devocionales católicas en muchas ciudades de las diecisiete provincias.

En pena crisis por la muerte de la reina Isabel de Valois y la enfermedad y muerte de príncipe Carlos, agarvada por la revuelta morisca de las Alpujarras (1568-1570) y la expansión otomana en el Mediterráneo, Felipe II envía a Flandes al Duque de Alba al mando de unpoderoso contingente militar para sofocar la revuelta, reprimir el avance del protestantismo y restablecer el orden de los Países Bajos. El arresto de los consejeros católicos, condes de Egmont y Horn (acusados de conspirar contra la corona al lado del príncipe de Orange, quién logro huir a Alemania), fue una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo hombre fuerte de Felipe II en los Países Bajos, que así mismo procedió a establecer el llamad Tribunal de los Tumultos, dirigido simultáneamente contra l herejía y la oposición política. La muerte de los condes de Egmont y de Horn, decidida por el Tribunal de los Tumultos (1568), provocó el regreso del Príncipe de Orange dispuesto a enfrentarse a las tropas españolas.

Estos conflictos, que adquieren una dimensión internacional, no solo se libaran en los campos de batalla, so ante todo desafíos en los que esta en juego la opinión y el prestigio. Por ellos, las guerras de religión, los intereses económicos, la reputación militar y la legitimidad de cada parte se debate en panfletos, imágenes, letrillas y canciones, tratados de historia, textos legales…Ninguno de estos conflictos será tan prolífico en semejantes instrumentos de propaganda y contrapropaganda, de mediática repercusión y de implicaciones internacionales, como la Revuelta de los Países Bajos, su represión política, militar y religiosa, o la construcción de la nueva identidad republicana holandesa. Es el proceso mas determinante para la construcción de la “leyenda negra”.

Los intentos de resolver el conflicto con el decreto de sucesivos perdones generales se van frustrando durante los mandatos de Alba, Requesens y Don Juan de Austria. Los rebeldes de organizan militarmente en torno a los Orange- Nassau con el apoyo de otros príncipes extranjeros y merced a las acciones fluviales y navales de los “mendigos del mar”. La falta de recursos financieros y el fracaso de medidas como la imposición del décimo para costar el gigantesco despliegue militar de la Monarquía provoca el estallido de motines, el malestar de las ciudades mercantiles, el exilio y el descontrol de las tropas que asolan Amberes con furia en 1576.

Don Juan de Austria y Alejandro Farnesio emprenden en 1578 la reconquista y pacificación del territorio combinando el uso de la fuerza militar y una política de reconciliación con las ciudades y las elites nobiliarias que culmina con la recuperación de Amberes en 1585 y de gran parte de las provincias. Se articulan dos bandos confesionales en los que se van alineando unas provincias leales y católicas al sur (Unión de Arras) y unas provincias rebeldes bajo liderazgo protestante al norte (Unión de Utrech). Los rebeldes se ven obligados a legitimar su resistencia. En 1581 renuncian a la soberanía de un monarca ausente y tiránico y se empieza a construir una articulación confederal que opta por u régimen republicano.

El conflicto adquiere progresivamente una mayor dimensión internacional. El exitoso proceso de pacificación del territorio liderado por Farnesio se verá frenado por la organización de la Gran Armada contra Inglaterra en 1588 y la posterior intervención española en las guerras de religión en Francia en apoyo de la Liga Católica. Con esta contienda en dos frentes se agravan los problemas financieros del ejército de Flandes y se abandonan las provincias que se habían logrado recuperar más allá del Escalda. Se consolida así la división entre el norte y el sur de los Países Bajos.

Para hacer frente a las implicaciones internacionales del conflicto civil y religioso de los Países Bajos, se desarrolla una estrategia de pacificación ejecutada por Felipe III. Se trata de aislar a la joven República holandesa estableciendo acuerdos d paz duraderos con sus dos principales aliados, la Francia de Enrique IV y la nueva Gran Bretaña de Jacobo Estuardo.

La Paz de Vervins de 1598 pone fin a la gravosa intervención española en las guerras civiles y confesionales francesas. Se complementa con la cesión de soberanía a los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, concediendo las diecisiete provincias y el Franco Condado como dote matrimonial de la infanta.

Después de intermitentes periodos de negociación con Isabel I, el nuevo soberano Jacobo I favorece el entendimiento hispano-inglés que se plasma con la Paz de Londres (1604). Se ajusta a un acuerdo de cese de hostilidades y reapertura de las relaciones comerciales, pero incluye también el compromiso de acabar con toda asistencia militar a la República Holandesa y de negociar una solución justa entre estas provincias, los Archiduques y la Monarquía española. Se consolida la sensación de aislamiento que padecen los holandeses, que se verá acentuada por las campañas que dificultan sus comunicaciones a través de las grandes rutas fluviales.

La conservación de la estabilidad en Europa dependía en gran medida de un entendimiento básico entre las dos mayores potencias católicas, la monarquía española y Francia, que no estaba exento de una intensa rivalidad diplomática y de una estrategia de mutua desconfianza mas propia de una “guerra fría”. El asesinato de Enrique IV en 1610 frustró una tensión prebélica entre ellas y dio paso a un nuevo acuerdo dinástico capitulado en 1612 y materializado en 1615 con las entregas de sus respectivas princesas Isabel de Borbón y Ana de Austria en la frontera del río Bidasoa.

Los holandeses solicitarán finalmente la suspensión de hostilidades en 1606. Hace mella en ambas partes el desgaste financiero. A los representantes de la monarquía y los archiduques y a los delegados nombrados por la República se añaden los de Inglaterra, Francia y otros principados alemanes. Se debate sobre la mejor solución al conflicto político, sobre el comercio con los territorios de la monarquía en Europa y las Indias, sobre la libertad de culto y la tolerancia religiosa, y sobre la navegación en el Escalda para facilitar la recuperación económica de las provincias meridionales. Las negociaciones se realizan en Amberes y de un posible tratado de paz se va retrocediendo hasta un acuerdo de tregua larga que mantiene el estado de guerra y los motivos de discordia, pero deja entreabierta la puerta a una negociación definitiva. Este acuerdo de 1609 debe enmarcarse en una Europa que se ve transformada por una decidida voluntad de negociación que trata de poner freno a las dinámicas heredadas de guerras civiles, enfrentamientos dinásticos y beligerancia internacional.

Este reiterado y comprometido esfuerzo por pacificar los conflictos, alcanzar acuerdos estables con otros príncipes y repúblicas primando a menudo la política sonre la religión, y por reducir los esfuerzos bélicos para tratar de sanear las finanzas de la Monarquía y presentar una imagen más conciliadora y protectora, marcaran sin duda el reinado de Felipe III y el valimiento de su primado el Duque de Lerma.

Bibliografia

Alfredo Floristan, Historia moderna Universal. Ariel
Tiempo de Paces, LA Pax Hispánica y la Tregua de los Doce Años. Catálogo de la Exposición.

Rocio Moreno Landahl
Luces y sombras de Felipe II

Nace en Valladolid el 21 de mayo de 1527 hijo del emperador Carlos V y doña Isabel de Portugal. El pequeño Felipe será jurado como heredero de la corona de Castilla el 10 de mayo de 1529 en el madrileño convento de San Jerónimo. La educación del príncipe quedará en manos de doña Isabel debido a los continuos viajes del emperador. En 1534 don Juan Martínez Siliceo será nombrado su tutor para que "le enseñase a leer y escribir". Siliceo y Zúñiga diseñarán la educación del príncipe.

Las relaciones de don Felipe con su madre fueron muy estrechas por lo que el fallecimiento de doña Isabel en 1539 supuso un golpe muy duro para el pequeño príncipe. Ese mismo año inicia sus tareas políticas ya que queda como regente del Reino ante la marcha de su padre hacia la ciudad de Gante. Felipe tenía doce años y recibió la estrecha colaboración de un Consejo de Regencia, integrado por don Francisco de los Cobos, el cardenal Tavera y el duque de Alba, familiarizándose con los asuntos de Estado.

Su primer matrimonio se producirá el 15 de noviembre de 1543. La elegida será su prima María Manuela de Portugal. La duración de enlace será apenas de un año ya que la esposa falleció tras el parto del príncipe Carlos, el 12 de julio de 1545. El mismo año de su matrimonio Felipe volvió a quedar como regente de Castilla. Seguía asesorado por un consejo y las últimas decisiones estaban en manos del emperador, pero Felipe iba recogiendo la necesaria experiencia.

El año 1554 será el de su segunda boda. La nueva esposa será la reina de Inglaterra, María Tudor, ya que a Carlos V le interesaba especialmente la alianza inglesa. Felipe recibe el título de rey de Nápoles y duque de Milán, trasladándose a Londres para celebrar su boda, el 25 de julio de 1554. El propio príncipe consideró siempre su enlace como una cuestión de Estado y permaneció largo tiempo en tierras inglesas. Asuntos de Estado le llevaron a Flandes, donde el 25 de octubre de 1555 recibía de su padre la soberanía de los Países Bajos. El trato con los holandeses y alemanes fue muy estrecho, convirtiéndose en un monarca querido por sus súbditos. Al año siguiente Carlos abdicaba en su hijo las coronas de Castilla y Aragón, lo que hacía a Felipe el dueño del Imperio más importante de su tiempo. Su tío Fernando recibía el Imperio Alemán y los estados patrimoniales de los Habsburgo, familia que se dividía en dos ramas: la austriaca y la española.

En marzo de 1557 regresaba a Inglaterra convertido en rey de España y pasa algunos meses en compañía de su esposa, intentando engendrar el tan deseado hijo. En julio regresa a los Países Bajos para conseguir una de las mayores victorias militares de su reinado: la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557. El triunfo provocaba el fin de la guerra con Francia y la firma de un acuerdo de paz, el Tratado de Cateau-Cambresis, con el que se ponía fin a la disputa por el control de Italia, que quedaba en manos españolas. El tratado se sellaba con el matrimonio de Felipe con la joven Isabel de Valois -Felipe había enviudado por segunda vez en noviembre de 1558, sin conseguir el deseado heredero-. De este enlace nacerán las dos hijas con las que el monarca mantendrá una estrecha relación: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela.

A su llegada a España en 1559 inició una serie de cambios en la práctica y en la forma de gobierno, poniendo en marcha una maquinaria administrativa, rompiendo de esta manera con la tradición medieval y otorgando un carácter innovador a la Corona, al tiempo que se fijaban las bases de la administración pública moderna. Fruto de estos cambios será el establecimiento de la corte permanente en Madrid (1561), la reforma de la audiencia de Sevilla (1556), o la creación del Consejo de Italia (1558) y de las audiencias de Charcas (1559), Quito (1563) y Chile (1567).

La paz con Francia le permitiría poner en práctica una política mediterránea encaminada a frenar el expansionismo turco por el norte de África y en la zona occidental del Mediterráneo. Precisamente para poner fin a esta expansión se formó la Liga Santa junto a Roma, Venecia y Génova, consiguiendo la espectacular victoria en la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571) dirigiendo las naves el hermano del monarca, don Juan de Austria. Don Juan había participado también con éxito en el aplastamiento de la revuelta de los moriscos granadinos en 1568. Ocho años después se producirá una segunda rebelión, llegando a solicitar ayuda a los turcos. Esta segunda tentativa tendrá también una escasa incidencia y será sofocada.

El freno al avance turco llegará por la vía diplomática a través de intermediarios. Felipe II conseguía cerrar un frente de lucha y poder centrarse en los conflictos atlánticos, especialmente la Guerra de los Países Bajos, prioridad en la política de Felipe desde que se produjo la primera rebelión en 1566, sofocada duramente con la intervención del duque de Alba y la ejecución de los condes de Horn y Egmont.
La muerte de Isabel de Valois y el príncipe Carlos y la invasión del príncipe de Orange en los Países Bajos motivaría que el año 1568 esté considerado como el "annus horribilis" del reinado de Felipe. Quedaba viudo por tercera vez, sin heredero varón y con una guerra en ciernes en el norte de Europa.

En 1570 volverá a contraer otra vez matrimonio -el cuarto- siendo la elegida su propia sobrina, doña Ana de Austria. El matrimonio tendrá 5 hijos, sobreviviendo sólo el heredero de la corona, el futuro Felipe III. Doña Ana fallecería en 1580 pero el rey ya no se volvería a casar, pasando sus últimos años viudo.

En esta década de los 70 la corte madrileña vivirá momentos de tensión y rivalidades al enfrentarse de manera casi abierta las dos facciones que competían por el favor real. La encabezada por el duque de Alba y la liderada por el príncipe de Eboli -a su muerte será Antonio Pérez quien se convierte en el jefe de este grupo-. Entre 1576-1579 las rivalidades casi provocan un colapso administrativo. Estos enfrentamientos tuvieron su punto culminante en el asesinato de don Juan de Escobedo, secretario particular de don Juan de Austria, el 31 de marzo de 1578, involucrándose al propio monarca cuando el promotor del asesinato era Pérez. Mientras estas rivalidades se producían en la corte, en los Países Bajos la situación era cada vez más complicada. La política militarista del duque de Alba había dejado paso a una línea más dialogante establecida por don Luis de Requesens pero su fallecimiento en 1576 y el saqueo de Amberes por las tropas no favorecieron esta nueva línea política emprendida. Don Juan de Austria pudo conseguir finalizar el conflicto pero su muerte en Namur (1578) tampoco ayudó.

Felipe apostó por la llegada del cardenal Granvela como secretario de Estado para resolver la crisis tanto política como financiera. De esta manera se daba paso a la segunda etapa del reinado caracterizada por el inicio del declive físico y moral del monarca. La anexión de Portugal en 1581 será la gran victoria de este momento -Felipe había sido nombrado rey de Portugal en 1580 por las cortes de Tomar tras el fallecimiento del cardenal don Enrique, regente del reino a la muerte de don Sebastián- pero la situación en Flandes estaba estancada a pesar de los éxitos iniciales de Alejandro Farnesio. La intervención de Isabel I de Inglaterra en el conflicto de los Países Bajos inclinará la balanza a favor de los rebeldes holandeses. La reacción del Rey Prudente será la organización de la Armada de Inglaterra con la que pretendía invadir la isla británica, contando con el embarque de las tropas de Farnesio. El desastre de la Armada en el año 1588 iniciará la etapa de declive tanto política como física del reinado de Felipe II.

Esta tercera etapa vendrá marcada por la progresiva dejación de funciones del monarca ya que sus achaques y enfermedades le impedían controlar todos los asuntos como era de su agrado. Para colaborar con las decisiones del monarca se crea la Junta de Noche (1585) en la que participa el secretario Vázquez de Leca. Cinco años más tarde se organiza la Junta Grande, consejo cuyo objetivo primordial será hacer frente a la caótica situación económica pero que se convertirá en la verdadera encargada del gobierno de la Monarquía. Estos últimos años vendrán caracterizados en cuanto a la política exterior por la intervención en la política francesa a través de su apoyo a la Liga Católica. Los deseos de situar a su hija Isabel Clara Eugenia en el trono francés -era hija de Isabel de Valois- no se verán satisfechos al coronar a Enrique IV como monarca galo. El inicio de un conflicto en la zona norte de Francia, en el que participarían activamente las tropas de Alejandro Farnesio, diversificaría los frentes de lucha y permitirá la consolidación de la posición holandesa. La Paz de Vervins (1598) ponía fin a la lucha hispano-francesa y dejaba los Países Bajos en manos de Isabel Clara Eugenia, casada con el archiduque Alberto.

A medida que va avanzando en edad, la salud de Felipe II se iba deteriorando y los ataques de gota se repetían con mayor frecuencia. Llegará un momento en que no pueda firmar debido a la artrosis de su mano derecha. A finales del mes de junio de 1598 Felipe sufrió unas fiebres tercianas que le postraron en la cama, sufriendo dolores tan intensos que no se le podía mover, tocar lavar o cambiar de ropa. A las cinco de la madrugada del domingo 13 de septiembre de 1598 fallecía Felipe II en el monasterio de El Escorial. Tenía 71 años.


Felipe II, como persona y como soberano, es una de las figuras históricas más discutidas. Ya desde su época, como monarca poderoso, gobernador de un inmenso imperio, con una política claramente antiprotestante y defensora de la Iglesia Católica en un momento de guerras religiosas, es comprensible que fuera objeto de las críticas de sus enemigos y de los del catolicismo. Esta imagen de personaje inhumano, fanático y opresor de pueblos –sobre todo de los Países Bajos–, perduraría, aumentada, en los siglos posteriores por la literatura (el Don Carlos de Schiller o por otras artes, como la ópera del mismo nombre de Giuseppe Verdi). Es la llamada “Leyenda Negra” felipense, que alcanza su máximo a comienzos del siglo XIX, con el que triunfan el liberalismo y el laicismo. Sin embargo, gracias al descubrimiento y publicación de una serie de cartas, encontradas en el Archivo de Turín, capital del antiguo ducado de Saboya, por el historiador belga Louis Prosper Gachard, y publicadas en 1884, la pésimaimagen del soberano español comenzó a cambiar.
Las citadas cartas fueron escritas por Felipe II a sus dos hijas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela en los años de 1580 a 1583 en que permaneció en Lisboa, tras la conquista de Portugal y cuando las infantas apenas habían alcanzado los quince años. En ellas relata minucias ocurridas durante esos días y pequeños detalles, como cualquier padre encariñado con sus hijas. Pues bien, esta publicación, aparentemente trivial, representó el inicio de la rehabililitación de la personalidad y de la obra felipense. La apertura de los archivos históricos estatales a la investigación, permitiría la publicación de estudios documentados, que aún teñidos de animadversión hacia Felipe II, resultaban más positivos que la negra imagen que de él se había formado. Al difundirse la corriente historiográfica actual, que más que juzgar lo que busca es explicar y comprender, las cosas cambiaron. Hay que reconocer especialmente a los historiadores británicos de nuestros días (John H. Elliott, Geoffrey Parker, H. Kamen. etc) la rehabilitación de la personalidad y de la obra del soberano, aunque no siempre le manifiesten su simpatía ni compartan sus intenciones.
Pero, ¿cómo se nos aparece en la historiografía el monarca español hoy? En grandes líneas con luces y sombras. Personalmente de carácter reservado y frío, lo que no es de extrañar, pues huérfano desde su niñez, con un padre (Carlos V) ausente con gran frecuencia en Alemania ocupado en su tarea de Emperador, su educación fue, aunque esmerada, severa y rígida, como era la costumbre de la corte castellana. Su vida privada estuvo llena de desventuras, que acentuarían tales ragos de su personalidad. Sus cuatro matrimonios, de los que el segundo, con la inglesa María Tudor, que le llevaba once años, y el siguiente, con la francesa Isabel de Valois, que acababa de cumplir los quince, son una muestra de lo que podía significar los enlaces de Estado. Por otra parte, el de mayor duración tan sólo alcanzó los ocho años. De su primera esposa nació el desgraciado príncipe don Carlos, a quien por su extraño carácter, acentuado por una grave caída, hubo de confinar en palacio, donde sus propios excesos le condujeron a la muerte, a los veintitrés años. De su cuarta esposa, Ana de Habsburgo, sobrina suya, nacería el esperado heredero (Felipe III), pero que no reunía las cualidades que su padre hubiera deseado. Fue un monarca poderoso, entregado enteramente al gobierno y al bien de su pueblo, trabajador infatigable, deseoso de reformar la organización de su vasto imperio. En su política exterior, era más bien conservador, aunque la defensa de sus territorios y del catolicismo le obligaran a mantener guerras continuas: en el Mediterráneo, contra berberiscos norteafricanos y el temible Turco, y en el noroeste, con los protestantes de los Países Bajos, Francia e Inglaterra.
En cuanto a su labor de gobierno, como trabajador infatigable, deseoso de mantener su autoridad, ejercer recta justicia y reformar la organización de su vasto y disperso imperio. En política exterior, como un soberano conservador, aunque la defensa de sus territorios y del catolicismo le obligaran a mantener guerras casi continuas.
El largo reinado de Felipe II –cerca de medio siglo– coincide con la expansión de la herejía calvinista, que desde Ginebra penetró rápidamente en Francia y en los Países Bajos. Esta doctrina, a diferencia del luteranismo, era más audaz, y aparecía no sólo como renovadora en los aspectos doctrinal y moral, sino también de las estructuras eclesiásticas, sociales y políticas. Además, al adherirse a ella –sinceramente o por oponerse a la autoridad constituida– nobles y príncipes, sobre todo en Francia, se convirtió en un oponente, también político, del catolicismo. Surgieron así las guerras llamadas de religión, que, quizá, sería más exacto denominarlas civiles. Como los calvinistas franceses y los de los Países Bajos hicieron causa común, Felipe II hubo de intervenir también en Francia, apoyando a los católicos. Algo semejante ocurrió con Inglaterra, donde se había impuesto la iglesia protestante que se llamaría anglicana, y cuya soberana, Isabel I, para defenderse de las amenazas de conspiración de los católicos, impulsada por los Papas, apoyó a los enemigos españoles: calvinistas franceses, rebeldes protestantes en los Países Bajos, y agresiones de sus súbditos. El resultado, en la Europa noroccidental, no parece que fuera muy positivo, pero al menos su intervención en Francia evitó que subiera al trono un monarca calvinista y en los Países Bajos, al menos, lo que es hoy Bélgica permaneció en el catolicismo.
Sin embargo, no ha de creerse que Felipe II fuera el defensor a ultranza de los intereses del catolicismo y de la Iglesia, como ha proclamado la “Leyenda Rosada” que, aunque menos importante, también ha existido entre algunos autores católicos, especialmente españoles. Aunque en Felipe II, como en el pueblo español de su tiempo, primaba la intención de defender la religión y a la Iglesia Católica, sin embargo, no siempre esta intención se manifestó en la realidad. De hecho, como los enemigos españoles eran herejes, la guerra contra éstos suponía también la defensa de los intereses de España. En la mente del soberano español herejía y rebeldía venían a ser una misma cosa, y, por tanto, combatir a los herejes, suponía defender el catolicismo y la integridad de sus territorios.
Monasterio de El Escorial

Felipe II hizo construir el Monasterio para conmemorar la victoria en San Quintín el día 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo. El monarca buscaba también un lugar para que sirviera como tumba a su padre, fallecido en su retiro de Yuste (Cáceres) en 1558. Consultó a todos los científicos y sabios de aquel tiempo, en busca del emplazamiento idóneo para que lo que concebía como un gran templo-convento-palacio-biblioteca, destinado a ser el centro neurálgico de su vasto imperio.

La construcción del Monasterio comenzó en 1563, bajo la dirección de Juan Bautista de Toledo, quien había sido nombrado arquitecto real cuatro años antes. Los arquitectos Juan de Herrera y Juan de Valencia trabajaron a sus órdenes.
Juan Bautista de Toledo, que había sido ayudante de Miguel Angel en la construcción de la basílica de San Pedro en Roma, fue el autor del primer proyecto y del trazado general, que tras su muerte en 1567 sufrió diversas modificaciones.

En realidad fue Juan de Herrera quien dirigió la mayor parte de la obra, incluidas algunas partes que no habían sido diseñadas por Juan Bautista de Toledo. Herrera supo conjugar diversas interferencias en torno suyo y arreglar las cosas para satisfacer los deseos del monarca, con un estilo elegante y sobrio en el que las líneas priman sobre los adornos, reducidos estos a la mínima expresión frente a las corrientes imperantes. Cuando Herrera dejó de trabajar por motivos de salud, le sucedió su discípulo Francisco de Mora. Ya en tiempos de Felipe III,

Bibliogarfia

Alfredo Floristan, Historia moderna Universal
Valentín Váquez de Prada, Universidad de Navarra, Boletín Informativo

Editado por Rocío Moreno

sábado, 16 de enero de 2010

Prácticas día 13 enero 2010

El sueño Imperial de Carlos V

Nace el 24 de febrero de 1500 en Gante. Es hijo de Juana “La Loca” y Felipe “El Hermoso”. Es criado por su tía Margarita de Austria y su tutor es Adriano de Utrech. Toda la educación del joven príncipe se desarrolló en Flandes y fue colmada de cultura flamenca.

Recibe en herencia extensos territorios:

Por parte materna:

- Isabel: la corona de Castilla, lo que incluye Canarias, enclaves en Africa, Navarra y América.
- Fernando: la corona de Aragón Nápoles, Sicilia, Islas Baleares, Rosellón y Cerdaña.

Por parte paterna:

- María de Borgoña: Artois, Charolais, Franco Condado, Países Bajos (17 provincias con las incorporaciones realizadas por Carlos), Ducado de Borgoña.
- Maximiliano de Habsburgo: Sacro Imperio Romano Germánico, las patrimoniales de la casa de Austria y la dignidad imperial que debía ser ganada.

Con estos territorios Francia se ve amenazada y rodeada por el emperador.

A la muerte de Isabel la Católica en 1504, deja heredera a su hija Juana. Pero esta, con graves trastornos mentales es encerrada en Tordesillas (Valladolid) en 1509. Se crea un conflicto entre los partidarios de Felipe El Hermoso y Fernando el Católico. Felipe muere poco tiempo después, en 1506, agravando el estado mental de su mujer.

Los años entre 1504 y 1517 Castilla se irá transformando entre el fallecimiento de Isabel y la llegada de Carlos I. Desamparo de los castellanos porqué había algunos castellanos a favor de Fernando. Cuando muere Isabel hay divisiones entre los que quieren a Fernando, a Felipe, a Carlos, a Fernando (el segundo hijo de Juana que había nacido en España y vivía en Alcala de Henares) o incluso a Maximiliano. Esto genera incertidumbre, se respeta la institución monárquica pero no hay rey. En torno a 1508, se realiza un pacto entre los dos abuelos de Carlos, y en el que Maximiliano reconoce que Fernando será gobernador de Castilla (no regente), por lo que su poder se verá limitado por los aristócratas castellanos, y Carlos el heredero natural. Esta situación tranquilizó pero no sosegó, gobernador no es lo mismo que regente, tiene la administración pero no el control efectivo, esto explica la situación paradójica de ese momento. Hay ciudades que apoyan a unos y otras a otros. En dichas circunstancias, al llegar un rey extranjero, rodeado de una corte extranjera con pompa borgoñesa y pidiendo dinero no es bien acogido por los castellanos.

En enero de 1516, su abuelo Fernando II de Aragón redactaba su último testamento. En él, nombraba a Carlos Gobernador y Administrador de los Reinos de Castilla y León, en nombre de la reina Juana I, incapacitada por su enfermedad. En lo concerniente a la Corona de Aragón, el rey Fernando dejaba todos sus estados a su hija Juana, nombrando, también en este caso, Gobernador General a Carlos en nombre de su madre. Hasta que Carlos llegara, en Castilla gobernaría el cardenal Cisneros y en Aragón el arzobispo Alonso de Aragón.
En 1517 Carlos llega a Tazones (Asturias), el Cardenal Cisneros va a su encuentro pero muere en el trayecto.

Se celebran Cortes para ser jurado rey:

- Valladolid: febrero de 1518 es jurado rey por las Cortes de Castilla.
- Zaragoza: mayo de 1518 era jurado como Rey de Aragón.
- Barcelona: 1519
- Valencia: 1519 se quedan sin jurar los fueros.
Mientras, el emperador Maximiliano I moría el 12 de enero de 1519. El 28 de junio Carlos era elegido como nuevo Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y por ello decidió suspender el viaje hacia Valencia para ir a Alemania, convocando previamente Cortes castellanas en Santiago de Compostela para el 20 de marzo de 1520 para recaudar dinero para el viaje. De esta manera, Carlos envió a Adriano de Utrecht para que a través de él le juraran como rey y pudiera convocar Cortes en Valencia[], lo que provocó malestar entre los estamentos privilegiados; Finalmente, el rey cumplió la legalidad foral y antes de ir a las Cortes Generales de Monzón, convocadas el 1 de junio de 1528, pasó por Valencia y juró sus fueros el 16 de mayo de dicho año.
Es elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Aquisgrán en 1520. En la elección participaban siete príncipes electores:

- 3 eclesiásticos (Colonia, Treveris y Maguncia)
- 4 laicos (Bohemia, Palatinado, Sajonia, Branbenburgo.

Se convoca La Dieta y los siete príncipes eligen entre los candidatos Enrique VIII, Francisco I y Carlos I. Gracias a las gestiones de su tía Margarita y al debido pago económico a los príncipes electores, es elegido Carlos como emperador del SIRG.

Durante su ausencia de España para ser nombrado emperador, deja la regencia a Adriano de Utrech, que luego será cardenal y más tarde Papa. Ya su llegada a Castilla había supuesto descontento en los castellanos por ser un joven inexperto que desconocía las costumbres e idioma de su reino y por depositar su confianza en sus colaboradores borgoñones que le habían acompañado desde los Países Bajos, a los que le procuró altas dignidades y acceso a rentas y riquezas. Los castellanos se lo hicieron saber en las Cortes de Valladolid de 1518, pero fueron ignorados por el rey. El malestar desde su partida se fue extendiendo por Castilla, y el incendio de Medina del Campo extendió el foco de la rebelión comunera por Castilla, se inicia en Toledo y de ahí pasa a Burgos, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Valladolid y Zamora. La revuelta es liderada por sectores liberales de oligarquías urbanas, clérigos y nobles medios. Destacan tres líderes: Juán de Padilla en Toledo, cuya esposa, María Pacheco acompañada del obispo de Toledo, Acuña, resiste y provoca un alargamiento de ocho meses de la contienda al morir su marido; Juan Bravo en Segovia y Maldonado en Salamanca.
El programa que reivindican los comuneros es:
- Limitar el poder real.
- Poner freno al poder de la nobleza
- Reducción de los impuestos, incrementados como consecuencia de la necesidad de conseguir subsidios para los viajes y contiendas del emperador.
- Descenso del gasto público (exigiendo mayor participación política de las ciudades)
- Disminución de las exportaciones de lana y mayor protección a la industria textil.
Los “revoltosos” constituyen una Junta en Avila, Junta de Comuneros, en 1520 y Juan Padilla es nombrado Capitán General. Se entrevistan con la reina Juana y logran su apoyo verbal y la Junta se constituye en Gobierno legítimo.
Las revueltas antiseñoriales y la gestión de Adriano de Utrech, que consigue ganarse a la aristocracia a cambio de cesiones, provocaron que la nobleza apoyara al emperador, y el movimiento fue perdiendo aceptación en las ciudades. Finalmente los comuneros, al mando de Juan de Padilla, fueron vencidos en la batalla de Villalar (Valladolid) en 1521.
En los territorios de Levante se produjo el movimiento de las Germanías. Los artesanos de Valencia poseían el privilegio del reinado de Fernando el Católico para formar unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas berberiscas. En 1519 Carlos V permitió la formación de esas milicias y se pusieron al mando de Joan Llorenç.
En 1520 cuando se produjo una epidemia de peste en Valencia y los nobles abandonaron la zona, la milicias se hicieron con el poder y desobedecieron la orden de Adriano de Utrecht de su inmediata disolución. Piden reivindicaciones sociales y económicas. Se produce la Junta de los Trece y se radicaliza el movimiento (en Xativa, en Gandía). En pocos días el movimiento llegó a las islas Baleares en donde duró hasta 1523.
Después de la derrota de los comuneros, el ejército acabó con el conflicto de las Germanías. Se reprimieron más duramente con castigos económicos de confiscaciones y multas.

La Década española

Carlos I aprende castellano y viaja por Castilla y Aragón para darse a conocer a sus súbditos. Se casa con Isabel de Portugal, como habían solicitado los comuneros, la cual actúa de regente en las ausencias de su marido.
Se asume la etiqueta borgoñona y la vida cortesana asume esas costumbres más lujosas que influirán también en la arquitectura. Gusta de banquetes, fiestas y música, equitación y caza. “el cortesano” lleva un modo de vida renacentista. Es una corte humanista, donde se valora el clasicismo y que los cortesanos se parezcan lo más posible a las cortes clásicas, con armas dialécticas y de comportamiento.

El arte de la Guerra

Carlos I tuvo tres frentes abiertos y en ocasiones simultáneos:
1. Rivalidad con Francia
2. Luchas contra los turcos
3. El protestantismo


1. La rivalidad Francisco I – Carlos I

Ambos protagonizaron un enfrentamiento constante durante toda su existencia. Entre 1521 y 1544 mantuvieron cuatro guerras: dos en la década de los veinte, una en la década de los treinta y una en la de los cuarenta.
Ambos soberanos rivalizaron por el título de emperador a la muerte de Maximiliano I, que acabó con el nombramiento de Carlos como emperador.
Carlos V aspiró a una monarquía universal en la que su dinastía estaría destinada a desempeñar una hegemonía europea, basada en una relación pacífica con el resto de monarquías cristianas que le permitirían unir esfuerzos contra los infieles turcos: el ideal de la Universitas cristiana. Carlos V estaba imbuido del ideal del cruzado medieval, pero nunca consiguió su objetivo de liderar una Europa cristiana unida contra los turcos, porque se lo impidieron tanto los franceses y los protestantes alemanes.
Los particularismos políticos y religiosos del siglo XVI no evolucionaban hacia la unidad sino hacia la división tanto política como religiosa. La consolidación de las monarquías nacionales del Renacimiento se oponía a las aspiraciones a un poder universal por parte del emperador y la unidad de la iglesia cristiana era cuestionada por los luteranos.
El acceso al trono de Carlos I fue coetáneo con el estallido de la reforma luterana y con la ruptura de relaciones con Francia a causa del dominio del norte de Italia.
Carlos I, consideraba en un inicio, que con un concilio general se podrían debatir los problemas teológicos planteados y afrontar las oportunas reformas tanto de dogma como en la disciplina de la iglesia, pero ni los luteranos ni el Papa quisieron un compromiso de este tipo. Por una parte, los luteranos, además de las diferencias doctrinales tenían diferencias políticas. Muchos príncipes germánicos abrazaron la causa protestante como forma de oposición al emperador además de beneficiarse de la secularización de los bienes de la iglesia. El emperador quiso transformar su poder simbólico en otro más fuerte en contra del fortalecimiento de los príncipes aspirantes a disfrutar de una soberanía real que incluyera también la confesionalidad de sus estados. Por otra parte, el Papa, temeroso de una excesiva tutela imperial sobre la Iglesia no puso gran esfuerzo en la convocatoria de concilio, y cuando por fin lo hizo en 1545 en Trento, era ya demasiado tarde.
La primera de las hostilidades francesas se produjo a raíz del levantamiento de las Comunidades, donde Francia invadió Navarra y Flandes en 1521 sin éxito, pero la gran discordia fue el Milanesado, territorio en poder de Francia pero crucial para Carlos V, cuyo control le permitía unir sus dominios centroeuropeos con los Mediterráneos y usarlo como protector para asegurarse sus dominios del sur de Italia, de las “Dos Sicilias”. Aprovechando la división de tropas francesas, que León X quería expulsar a los franceses del Ducado de Milán para obtener Parma y Plasencia y el descontento de un sector de los milaneses hacia el gobierno francés, tropas imperiales y pontificias al mando de Próspero Colonna y Lescaire atacaron a los franceses en lombardía y tomaron Milán. Parma y Plasencia volvieron al dominio de la Santa Sede y contadas plazas lombardas quedaron en manos francesas.
Francia intentó recuperar el Milanesado pero sin éxito. Después de la batalla de Bicoca (1522) los franceses fueron rechazados del norte de Italia conservando exclusivamente la ciudadela de Cremona. Las fuerzas imperiales tomaron Génova e Inglaterra, aliados del emperador penetraron en el norte por Calais.
Rodas cayó en poder de los turcos en 1522 y el emperador fue reprochado por el Papa por no haber acudido en su auxilio, en un afán propagandístico achaco al comportamiento de Francia su imposibilidad de acudir en auxilio de la cristiandad frente a los otomanos. Francia volvió a intentar recuperar sus posesiones en el norte de Italia en 1523-24 que se saldaron con nuevos fracasos. Finalmente, el Papa se unió a la liga antifrancesa formada por el emperador, Inglaterra y Fernando (hermano del emperador), en la que se incluyeron la mayoría de Estados italianos incluida Venecia.
A finales de 1524, Francisco I logró entrar en Milán y asediar Pavía, pero las tropas imperiales vencieron en la batalla de Pavía (1525) e hicieron prisionero al rey francés que fue trasladado a Madrid. En 1526 Francisco I, prisionero, firmó un tratado por el que se comprometía a entregar el ducado de Borgoña, a renunciar a cualquier pretensión sobre Nápoles y Milán y a tomar como esposa a la hermana del emperador, Leonor, viuda del rey de Portugal. También reobligaba a restituir bienes y dignidades al condestable de Borbón. Como garantía su libertad fue canjeada por el cautiverio de sus dos hijos mayores – el Delfín y el duque de Orleáns- pero Francisco I nunca entregó Borgoña. El Milanesado volvió a la familia Sforzza bajo protectorado español. Ante este incremento de poder del emperador, Inglaterra y el Papado se retiraron de la alianza.
Segundo Conflicto Hispano-francés
Los antiguos aliados del emperador – el Papa Clemente VII y los Estados italianos independientes –Venecia, Florencia y Milán- temerosos del excesivo poder hispánico formaron con Francia e Inglaterra otra liga, la liga de Cognac (1526). Hasta entonces las ligas se habían hecho para frenar el poder de Francia ahora se hacían en torno a esta para frenar el poder del emperador, con el objetivo de expulsar a las tropas imperiales del Milanesado y de Nápoles.
El desarrollo de la segunda guerra hispano-francesa tuvo des hechos importantes: el saco de Roma de 1527 y la deserción del almirante genovés Andrea Doria de su alianza con Francia a favor del emperador (1528). Tropas mercenarias al mando del condestable de Borbón se dirigieron hacia Roma y saquearon la ciudad, el condestable murió en el saqueo y los mercenarios, sin dirigente y sin paga se dedicaron a cometer todo tipo de expolios hasta tomar prisionero al Pontífice. El emperador concertó la paz con el Papa que fue liberado el 6 de diciembre de 1527.
Los ejércitos franceses, pusieron sitio a Nápoles en verano de 1527 apoyados por la flota genovesa de Andrea Doria. El cambio de bando del almirante genovés a favor del emperador permitió salvar el sitio de Nápoles. Los franceses tuvieron que desbloquear Nápoles y retirarse. En 1529 se firmó la Paz de las Damas – negociada entre Margarita de Austria y Luisa de Saboya (madre de Francisco I)- Francia renunciaba a sus aspiraciones sobre el Milanesado, Nápoles y Génova y Carlos V dejaba sus reivindicaciones sobre Borgoña. Esa paz consagraba la hegemonía española en Italia y para certificar el éxito este culminó con la solemne coronación imperial de Carlos V por el Papa Clemente VII en Bolonia en febrero de 1530.
La paz con Francia duraría siete años pero las hostilidades diplomáticas antiimperiales no cesaron, intensificando sus relaciones con el Imperio turco y apoyando a los príncipes protestantes de Smalkalda.
En 1535 murió sin descendencia el duque de Milán Francisco II Sforza, Francisco I reivindicó el ducado para uno de sus hijos, rompiendo el tratado firmado con el emperador. El rey francés invadió Saboya y el norte del Piamonte en 1536 y Carlos V invadió la Provenza. El tercer conflicto hispano-francés concluyoçó por medio de la tregua de Niza (1538) con el arbitraje del Papa Paulo III, que mantuvo la situación anterior aunque dejó en manos francesas el Piamonte y Saboya. También se adoptaron compromisos de unir fuerzas contra los turcos, detener el luteranismo y apoyarla convocatoria de un Concilio. La tregua solo duró cuatro años.
En julio de 1542, Francisco I rompió de nuevo la tregua, aprovechando la investidura del príncipe Felipe como duque de Milán y el fracaso de Carlos V ante Argel. En la cuarta guerra, España contó con la alianza inglesa. La alianza de los franceses con los turcos y la acogida dada por los puertos franceses a Barbarroja aproximó a los príncipes franceses al emperador. Se combatió en loa Pirineos y el Piamonte, donde los franceses derrotaron a los españoles en Cerisoles, los españoles contrarrestan con un avance anglo-español desde los Países Bajos contra París. El conflicto fue liquidado con la Paz de Crepy-Meudon en septiembre de 1544. En esos momentos la hacienda castellana se encontraba en un momento crítico. Se resolvió con una boda, Francisco I volvía a renunciar a cualquier derecho sobre el Milanesado, Nápoles y el condado de Asti, devolvía Saboya y el Piamonte y con la boda del duque de Orleáns con la hija de Fernando de Austria recibiría Milán como dote, peor la inesperada muerte del duque provocó que el emperador se quedara con Milán y Francisco I mantenía Saboya.


2. Lucha contra los turcos

Tras el acceso al trono de Soliman II el Magnífico (1520-1566), los turcos iniciaban una nueva ofensiva en el Danubio, conquistaron Belgrado en 1521 y asediaron Viena en 1529. Atacaron Hungría y derrotaron a Luís II que murió en la batalla. Como consecuencia de esta muerte, las coronas de Bohemia y Hungría recayeron en Fernando de Austria, el hermano del emperador, convirtiéndose en vecino del Imperio otomano que dominaba desde Hungría al Yemen y desde el Danubio hasta el Golfo Pérsico.
Los turcos realizaron un nuevo asedio contra Viena en 1532, mientras que sus aliados berberiscos realizaban hostigamientos contra los dominios hispánicos en le mediterráneo. Fernando, rey de Bohemia y Hungría firmo treguas con los turcos a partir de 1533 y el Emperador pudo desentenderse durante un tiempo del frente terrestre con Turquía.
Carlos V tenía vastos dominios en el Mediterráneo, tanto hispánicos como italianos, hostigados constantemente desde el norte de Africa por los musulmanes. En su ideal de cruzada, de defensa de la cristiandad y de lucha contra el infiel tuvo una política de control de la situación en la que incluso cedió territorios, como Malta y Trípoli a los Caballeros de la Orden de San Juan de Dios, y establecimiento de relaciones de Vasallaje, como con Túnez.
Una gran expedición zarpó de Génova, a la que se unió el emperador desde Barcelona y con participación portuguesa conquistaron en 1535 La Goleta y Túnez restableciendo en el trono a su aliado. Carlos fue festejado en toda Italia como un triunfador, sin embargo Barbarroja en septiembre de 1535 tomó y saqueó Mahón con ayuda de Francia que habían firmado una alianza franco-turca.
La cooperación de las flotas francesas y otomanas y la amenaza y saqueos de las costas italianas produjeron una aproximación del Imperio con el Papado para luchar contra los turcos y Venecia. Batalla de Preversa.
Argel era la principal base de operaciones y razias piráticas de donde salían las expediciones de ataque y saqueo contra las costas y naves hispánicas. Carlos V intentó la toma de Argel en 1541 pero fue un rotundo fracaso. En el Mediterráneo la situación se fue decantando progresivamente a favor de los otomanos y sus aliados, los Estados bereberes norteafricanos, mientras por otra parte, se había reavivado la guerra con los turcos en Hungría, donde Fernando se encontró con dificultades para conservar sus posesiones en el norte y en el oeste del País.
En 1545 se firmó otra paz entre Fernando y Soliman II, ratificada por el tratado de Estambul en 1547, suscrito por Carlos V y Soliman II.

3. Lucha contra el protestantismo. Liga de Samalkalda.

Por la paz de Crepy, Francia se comprometía a solicitar al Papa la convocatoria de un Concilio, que inició sus sesiones en Trento en diciembre de 1545. No fue ya un lugar de encentro de católicos y protestantes para resolver sus discrepancias ya que los protestantes se inhibieron y la reunión conciliar quedó reducida al ámbito católico. Se planteó la reforma de la Iglesia y la lucha contra la Reforma protestante. En mayo de 1543 se había llegado a un acuerdo sobre un texto de 23 artículos, pero Lucero por un lado y el Papa por otro rechazaron el compromiso.
En la Dieta de Ratisbona (1546) logró ilegitimar a los principales líderes de la liga de Smalkalda. Dispuesto sin embargo a volcar todo su poder en la erradicación del protestantismo y, con el apoyo papal, resolvió a ir a la guerra. Esta se desarrolló en dos fases: la primera a orillas del Danubio, en 1546, consiguió la sumisión del su de Alemania; la segunda, en 1547, a orillas del Elba, el emperador venció a la liga de Samlkalda, en la batalla de Mühlberg en Sajonia. La liga quedo desarticulada y los principales líderes hechos prisioneros. Tras la victoria, Carlos V quiso reformar la constitución del Imperio en un sentido monárquico, que incluís la forja de una liga militar bajo la égida imperial, y trató de imponer una solución religiosa al problema protestante. Tuvo un gran frente opositor a esta reforma, incluyendo a aquellos príncipes católicos que le habían secundado anteriormente. La reforma religiosa que intentó imponer el emperador a través del Interim de Augsburgo de 1548 consistía en una reconciliación de las dos iglesias rivales, donde el catolicismo salía como religión de Estado en toda Alemania pero con concesiones a los protestantes. Esto no satisfizo ni a católicos ni a protestantes que estaban cada vez más radicalizados. La victoria imperial no modificó las fronteras religiosas en Alemania y tras el derrumbe político de Carlos V se reanudó la guerra. Carlos V no pudo impedir la división religiosa de Alemania y Europa en dos bloques: el protestante y el católico.
La tensión familiar por cuestiones dinásticas se la Casa de Austria, entre Carlos V y su hermano Fernando, facilitó el alzamiento de varios príncipes luteranos, e incluso católicos, contra el Emperador, contando con la alianza de Francia, cuyo nuevo rey, Enrique II, pactó con los revoltosos el tratado de Chambord y convenció además al sultán de Turquía para que desencadenara una nueva ofensiva contra los Austrias en Hungría. Ello coincidió, en Italia, con la expulsión de Siena de la guarnición española y el desencadenamiento de un conflicto que duraría tres años. Paralelamente operaciones en le Mediterráneo condujeron a la derrota de Andrea Doria en Terracita frente a la flota otomana. Mientras, los ataque piráticos no cesaban en las costas mediterráneas y la monarquía española comenzó a perder plazas en el norte de Africa.
En 1552, varios príncipes alemanes, liderados por Mauricio de Sajonia, se rebelaron contra el Emperador. La mayoría de Estados alemanas esperó a ver como se desencadenaban los acontecimientos sin actuar. Enrique II, proclamado “defensor de la libertad germánica y de los príncipes cautivos” intervino conquisatando Metz, Toul, y Verdún en Lorena, mientras Mauricio de Sajonia, atacaba por sorpresa al Emperador en el Tirol obligándole a huir a Innsbruck. El Emperador, agotado, cedió la negociación a su hermano Fernando, que se perfiló como el mediador entre católicos y protestantes.
La paz se alcanzó en 1555 en la que se oficializó la división religiosa del mundo germánico entre católicos y protestantes.

La crisis del sistema político y económico y la imposibilidad de acabar con la herejía en Alemania llevaron a Carlos V a adoptar la resolución de abdicar de sus estados. Entregó los Países Bajos a su hijo Felipe en octubre de 1555. Le cedió a continuación la soberanía de sus reinos hispánicos en enero de 1556 y finalmente la abdicación del Imperio tuvo lugar en agosto de 1556, no haciéndose efectiva hasta 1558, cuando fue elegido su hermano Fernando.
Tras renunciar a sus poderes se retira al monasterio de Yuste, donde pasa sus últimos años dedicado a la caza, pesca, música y a sus relojes.
En 1558 muere el primer Austria español.

Editado por Rocío Moreno

Bibliografía
Alfredo Floristán, Historia Moderna Universal. Ariel
Manuel Fernández Alvarez, Carlos V, el Cesar y el Hombre. Espasa Forum