domingo, 24 de enero de 2010

GRUPO RELIGIÓN Y POLÍTICA




El Concilio de Trento de Tiziano. París, Museo del Louvre

La reforma católica tuvo sus precedentes en las reformas nacionales y en el deseo de un Concilio General.
Un sector donde se notó muy pronto la renovación fue en las órdenes religiosas, con iniciativas que van desde la devotio moderna hasta la creación de nuevas órdenes, pasando por las hermandades y oratorios, donde se unieron láicos y eclesiásticos para estimular la piedad y buscar la santificación a través de una fe mística (Oratorio de San Girolano, Oratorio del Amor Divino, Hermandades de San Juan de Dios).
Entre las nuevas órdenes mencionaremos a los Capuchinos y los Jesuítas. Destacaron pronto como confesores y diplomáticos, por la reforma educativa creando escuelas y universidades y por su dinamismo misional.
Desde un principio se había decidido discutir simultáneamente las cuestiones dogmáticas y las disciplinarias. El Concilio elaboró los decretos dogmáticos o cánones de la iglesia y los derechos de reforma. Los primeros van encaminados a terminar con la herejía, considerando hereje a aquel que no lo acepte. Reafirma el valor de la misa y la presencia de Cristo en la Eucaristía. El latín sería el idiona de culto. Mantiene los siete sgramentos con la recomendación de que se comulgue con frecuencia. Rechaza la Comunión bajo las dos especies y afirma el libre albedrío, la existencia del Purgatorio y el culto a la Virgen y los santos, el valor de las buenas obras, la eficacia de las indulgencias y los sufragios y la existencia del pecado original, que se borra por el Bautismo por los méritos de Cristo y por último, sanciona el Credo en la versión citada en el Concilio de Nicea.
Los decretos de reforma afectan a la disciplina y al régimen interno de la iglesia y varían con el tiempo. Se reafirma la jerarquía eclesiástica y la selección y preparación de los clérigos que ven incrementadas sus labores pastorales (predicación y catequesis); mantiene el celibato; recomienda a los obispos visitar frecuentemente sus diócesis y prohíbe acumular beneficios. Establece la creación, como mínimo de un seminario por diócesis y tener 25 años para ser nombrado sacerdote. Se obliga a vestir los hábitos y ropa talar.
El Concilio no se define en cuanto a la infalibilidad del Papa, pero favorece su autoridad.
El Catecismo de 1566 recoge el contenido de la Religión como quedó establecido en el Concilio y lo pone al alcance de todos.

ERASMO DE ROTTERDAM

Desiderius Erasmus Roterodamus (1446-1536) fue una personalidad enormemente controvertida y molesta en su época. En la encrucijada entre la Reforma protestante y la obsoleta ortodoxia tradicionalista de la Iglesia cristiana, el cautelosos Erasmo se granjeó la enemistad y el repudio de ambos bandos.

Nacido en Rotterdam, Holanda, en 1469, recibió una buena educación impregnada por el estudio de las bonae litterae, esto es, de la literatura y las lenguas grecolatinas propias del humanismo renacentista, movimiento del que fue uno de sus máximos y más refinados representantes.
En 1492 tomó los hábitos monacales y pasó al año siguiente a trabajar como secretario del obispo de Cambrai, que necesitaba un buen latinista. Esta posición le permitió realizar numerosos viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y relacionarse con la mayoría de los centros humanistas de Europa. En su estancia en Inglaterra se codeará con la nobleza y con las elites intelectuales y políticas de su tiempo, entablando una gran amistad con Tomás Moro, futuro canciller de Enrique VIII.
En 1500 Erasmo se doctora en teología por la universidad de Turín y en 1521 se establece en Basilea, ciudad en la que había surgido un importante grupo de humanistas reformadores. A partir de entonces, y debido a la popularidad de su obra y de la aparición de la figura de Lutero, vivirá un período de profunda inestabilidad y de continuas disputas provocado por la ambigua postura que mantenía en la intransigente polémica entre reformistas y cristianos ortodoxos. Polémica de la que no pudo apartarse y que acabó con su repudio y con su obra en el Índice de libros prohibidos.
Gran estudioso y conocedor de la literatura y las lenguas grecolatinas, Erasmo fue un escritor enormemente original que puso su ingenio y la perspicacia lúcida e irónica de su pluma al servicio de una reforma de la Iglesia y de la sociedad que permitiera una vuelta al auténtico espíritu del cristianismo, perdido en abstractos formalismos escolásticos y degenerado por las corruptas instituciones y ritualismos eclesiásticos.
Una de sus primeras obras Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) escrita en 1501, pone de manifiesto lo que será una constante en toda su obra: el camino hacia Dios a de hacerse por vía de la interiorización. Lo institucional de nada sirve si el hombre no examina su propia conciencia y hace uso de su libertad y de una auténtica fe. Utilizando los pares platónicos, visible/invisible o carne/espíritu, Erasmo identifica el ceremonial de la Iglesia con el ámbito de la apariencia e irrealidad.
En 1509 Erasmo publica la que será una de sus obras más populares Moriae encomium (Elogio de la locura). Escrita como un juego divertido, y dedicada a su amigo Tomás Moro, cuyo apellido curiosamente proviene de la palabra latina moria, esto es, locura, esta obra tiene el trasfondo serio propio de los bufones: sólo a éstos les estaba permitido airear con franqueza las grandes verdades y desenmascarar, con la risa, los peores defectos.
El Elogio de la locura es una acertada sátira de ingeniosa crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son despiadadamente analizadas por la Locura, que es la que narra el relato. Su burla mordaz no deja títere con cabeza: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de la locura, la stultitia, la estupidez.
La crítica se ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su anticuado método escolástico. Todos ellos están bajo el gobierno de la Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. Se debe huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la inautenticidad y recobrar la espiritualidad primigenia a través de una sincera vivencia individual. El pasado es considerado como un motor de renovación porque nos permite volver sobre nuestros pasos hacia ese punto de la historia donde se pervirtió el verdadero sentido del cristianismo y comenzó la decadencia de la cultura.
Esta misma crítica aparecerá en la obra Institutio Principis Christiani (Educación del príncipe cristiano). Escrita en 1516 y dedicada a Carlos V, al cual sirvió de consejero, Erasmo invita a que el rey sea también filósofo: sólo así aspirará al bien supremo y, por lo tanto, podrá ser un auténtico cristiano.
La corrupción de la Iglesia es producto de su alejamiento de la verdadera esencia de las cosas y del cristianismo de los primeros padres de la Iglesia. Erasmo se propone hacer una exégesis de la Biblia que concilie la cultura con el cristianismo, las bonae litterae con las sacrae litterae. En 1516 publica una obra que tendrá una amplia repercusión en los círculos reformistas: una nueva edición de los Nuevos Testamentos que, utilizando los métodos filológicos propios del humanismo, descalificará la utilizada oficialmente por la Iglesia: la Vulgata.
Esta modificación de un texto sagrado era muy molesta y peligrosa porque suponía arrebatarle a la Iglesia su hegemonía y su autoridad y porque además iniciaba un proceso de renovación de la teología y las instituciones cristianas que sería secundado, radicalizado y llevado a la práctica por Lutero, Zuinglio y Calvino. De hecho, Lutero, aun separándose del erasmismo en muchos aspectos, utilizó la exégesis bíblica de Erasmo, así como su método humanístico. Remitiéndose al texto griego, Erasmo mostró cuánto se había devaluado el sentido original del cristianismo y de qué modo las autoridades exegéticas se habían valido de su poder y autoridad para perpetuar esto de forma no demasiado lícita.

Cuando la reforma de Lutero y Zuinglio se puso en marcha, Erasmo quedó en una situación muy comprometida. La vieja Iglesia pretendía que públicamente condenara el luteranismo y los reformistas le acuciaban para que hiciese clara su adhesión al reformismo que ellos propugnaban. Había comenzado ya la persecución de herejes y Erasmo se había visto envuelto en intrincadas polémicas de las que no saldría muy bien parado. Se le acusaba de sacrílego e impío, de malinterpretar las sagradas escrituras y proteger y defender a los reformistas. En medio de esta situación, a todos les parecía muy ambigua y sospechosa su postura conciliadora, neutral y tolerante. Las presiones eran tan grandes que en 1524 Erasmo, a pesar de defender la pluralidad religiosa dentro del Estado, se decide a escribir una obra que trata un tema meramente académico pero en el que muestra su controversia con el luteranismo: De libero arbitrio (Sobre el libre albedrío).

Lutero había afirmado que la salvación de los hombres dependía exclusivamente de la libre voluntad de Dios. Tiene lugar por la fe otorgada por la Gracia divina. Para Erasmo, aunque la Gracia es la primera causa para la salvación humana, también las obras ayudan al hombre a merecerla. La responsabilidad personal es necesaria para que el hombre no se convierta en un ser negligente e impío.

Este posicionamiento de Erasmo en contra del luteranismo, que significó la ruptura entre la Reforma y los humanistas, no le ayudó a mejorar de su comprometida situación:

"Por lo que veo mi destino es ser lapidado por las dos partes en disputa, mientras yo pongo todo mi empeño en aconsejar a ambas partes"

En 1527 numerosos fragmentos de sus obras se condenan, incluso sus Colloquios (Coloquios), una obra cuya finalidad era facilitar el aprendizaje del latín a los estudiantes y que estaba escrita jocosa y desenfadadamente como una serie de diálogos entre una diversidad de tipos que representaban al conjunto de la sociedad.
Aunque sus ideas se difundieron por casi toda Europa, dando lugar a una corriente denominada "erasmismo", de aquí en adelante y hasta su muerte acaecida en Basilea el 12 de Julio de 1536, Desiderius pasó una vida penosa, repudiado por todos y agravada por la gota y el reumatismo. Pese a todo, su "humanismo de la Biblia" , su maestría filológica y literaria, y su espíritu crítico y reformista le han otorgado un merecido puesto de honor en la historia.

EL PADRE JUAN DE MARIANA

Ejemplo representativo de los escritores de la Compañía de Jesús. Hijo natural del deán de la colegiata de Talavera, Juan Martín, y de Bernardina Rodríguez; a lo largo de su vida hubo de soportar muchas afrentas a causa de su humilde extracción. Estudió Artes y Teología en Alcalá de Henares, en una atmósfera saturada de Humanismo. Allí tuvo como maestro de noviciado a San Francisco de Borja. Profesó en la Compañía de Jesús en 1554 en Simancas. Acabó su formación sacerdotal en el colegio jesuita de Roma, donde a partir de 1561 fue uno de sus mejores profesores, contando entre sus alumnos al futuro cardenal Belarmino, que sería protector de Francisco Suárez. Luego fue enviado como profesor a Palermo en Sicilia y después a París, donde recibió el grado de doctor y permaneció cinco años enseñando Teología sobre todo en la Saint Barthélemy; estuvo un tiempo en Flandes. Tras caer enfermo a consecuencia de sus intensas actividades como enseñante, regresó a Toledo en 1574, en cuyo semirretiro se consagró a la redacción de sus libros. En 1578 recibió el encargo de informar sobre la presunta heterodoxia de la Biblia políglota cuya edición dirigía en Amberes Benito Arias Montano, en particular en la versión siríaca del Nuevo Testamento; su informe, que le llevó dos años de estudio, fue favorable.
Esto le valió tal reputación que desde entonces se le encomendaron otros trabajos parecidos e igual de delicados.


FRANCISCO DE QUEVEDO

Quevedo nació en Madrid y fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580. Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse y lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa)

Quevedo también se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, la Vida del Buscón, y un cierto número de cortos opúsculos burlescos que le ganaron cierta celebridad entre los estudiantes y de los que habría de renegar en su edad madura como travesuras de juventud; igualmente por esas fechas sostiene un muy erudito intercambio epistolar con el humanista Justo Lipsio, deplorando las guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín.

GRUPO CONTRARREFORMA


















La contrarreforma es la reacción católica frente al avance del protestantismo, desplegada fundamentalmente desde la Paz de Augsburgo (1555) y la de Westfalia (1648).


Al enfrentamiento sistemático con la Reforma precedió una afirmación doctrinal y un saneamiento de las costumbres de la iglesia que permitieron afianzar su control en los países católicos. Partiendo de este esfuerzo, que culminó en el Concilio de Trento, la Contrarreforma realizó un programa de gran alcance, encaminado a reconquistar por las armas los países protestantes y a reintegrar, utilizando diversos medios, a las masas desviadas del catolicismo. Simultáneamente una amplia labor misional en las zonas de los descubrimientos. España e Italia figuran a la cabeza de la renovación y serían sus impulsores. En el caso de España su participación fue destcada, tanto en su vertiente ideológica (contribución doctrinal al Concilio de Trento, neoscolasticismo, aparición de un nuevo misticismo), como en la práctica, con la revitalización de la Inquisición, creación de la Compañía de Jesús, reforma y creación de órdenes monacales. El Tribunal del Santo Oficio Español, de probada eficacia, sirvió de modelo para la reorganización de la Inquisición.
Con lo que respecta a Italia, los primeros intentos estuvieron relacionados con el Oratorio del Amor Divino (1517), círculo selecto y minoritario de clérigos y seglares empeñado en la renovación de la iglesia y cuyo sentido fue recogido por la Orden de los Teatinos en 1524, la que influyó sobre la de los Barbabitas en 1530.
En 1528 fue reformada una importante sección de los Franciscanos por Mateo de Bascio, surgiendo así la orden de los Capuchinos, que figuraría, junto con los jesuías a la vanguardia de la acción contrarreformista.
La marea renovadora alcanzó la cabeza de la cristiandad en el pontificado dePaulo III, quien elevó al cardenalato a los más insignes miembros del Oratorio del Amor divino, entre ellos Giampietro Carafa, futuro Paulo IV. Reorganizó la Inquisición, aprobó la Compañía de Jesús y, sobre todo, inició las deliberaciones del Concilio de Trento.

El Concilio repartió sus sesiones en tres etapas diferentes, con Paulo III, Julio III y Pío IV. Las dos primeras se carazterizan por el intento de fundamentar la reunificación cristiana, y la última, cuando éste objetivo era ya inviable, por la afirmación de la unidad dogmática del catolicismo.
El Concilio abordó asímismo la reforma legal de la iglesia, particularmente en lo que se refiere a la creación de un nuevo clero, desde los estratos inferiores a las supremas jerarquías (Reforma desde abajo o desde arriba).

Así, con las bases asentadas, la Contrarreforma desplegó su ofensiva contra el protestantismo, ofensiva en la que los argumentos religiosos fueron apoyados por el poder político. Fue apoyada y asumida por soberanos, principalmente por los Austrias en sus ramas española y alemana.

No cabe duda de que el monarca más representativo de la Contrarreforma fue Felipe II, que durante la segunda mitad del siglo XVI asumió la jefatura del bloque católico, volcando la potencia del Imperio Hispánico en la lucha contra los protestantes. Desarroló una intransigente persecución contra los calvinistas de los Países Bajos, los hugonotes franceses y la Inglaterra de Isabel I.

Uno de los acontecimientos más dramáticos de la Contrarreforma tiene lugar en la segunda mital del siglo XVI. Francia, dónde el calvinismo se ha expandido rápidamente, se enfrentó sangrientamente contra la oposición católica. Entre 1562 y 1598 se escalonaron hasta ocho guerras de religión, complicadas por la intervención extranjera.

La Contrarreforma alcanzó en Alemania y en los territorios de los Habsburgo, algunos de sus más señalados éxitos, recobrando comarcas perdidas y afirmándose en otras amenazadas.

En los Estados patrimoniales de la casa de Austria la ofensiva fue todavía más virulenta, especialmente en Estiria, cuyo archiduque, Fernando, erradicó expeditivamente el protestantismo, colocando a sus adeptos en la disyuntiva de abjurar de él o salir del país.

La Paz de Westfalia, que pondrían el punto final a la Guerra de los Treinta Años, estableció la idéntica legalidad de ambas confesiones, si bien reconoció, de hecho, el terreno ganado por la Iglesia Católica desde los comientos de la ofensiva contrarreformista.

IMÁGENES DEL EMPERADOR

CARLOS v JOVEN Y FUERTE, EN TODO SU EXPLENDOR


UN CARLOS V AGOTADO Y AQUEJADO DE GOTA

sábado, 23 de enero de 2010

GRUPO CARLOS V

Carlos V fue el hombre más poderoso de su época y aglutinó más poder que ningún monarca. Fue, sin duda, un hombre singular que, aunque nace en 1500 en Gante, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, cuando llega a España para hacerse cargo del trono, con sólo 17 años, sabe hacerse poco a poco con el cariño y el respeto del pueblo que, en un principio, ve en él un usurpador, un extranjero. Fue el primer rey de la Casa de Austria en España. Se reunen por primera vez en la misma persona las Coronas de Castilla y Aragón, sin significar ésto que fueran un reino único. Elliot escribió que los Austrias eran reyes absolutos en Castilla y sólo monarcas constirucionales en Aragón. Las ambiciones imperialistas de Carlos V nunca fueron compartidas ni por Castilla ni por Aragón.

Con respecto a la vocación política de Carlos V existen dos tesis. El emperador tenía un alto concepto de sus deberes como emperador. Por una parte, la historiografía alemana estima que Carlos V, bajo la inspitación del Canciller Gattinara, se proponía establecer la Monarquía Universal, idea que ya Voltaire rechazaba. De otra parte, Ramón Menéndez Pidal sostenía que Carlos V recogió la tradición de los Reyes Católicos cuyo lema sería "Paz entre cristianos y guerra a los infieles". Sea como fuere, sólo una miniría de españoles, sobre todo los erasmistas como Juan de Valdés, compartían aquel mesianismo imperial. Para los más, incluso para altos funcionarios como el Duque de Alba, los intereses esenciales eran los de España.

Tres años más tarde del dramático saqueo de Roma en 1527, Carlos V fue coronado como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el Papa Clemente VII en Bolonia, en una ceremonia altamente simbólica, aunque cargada de anacronismo, ya que venía a reanudar la tradición medieval de alianza entre el poder espiritual de la iglesia y el poder temporal, cuya cabeza visible era el emperador.

Carlos V jamás eludió sus responsabilidades. Como buen cristiano deseba llegar ante Dios con el deber cumplido. Su imperio era un mosaico de pueblos, lenguas y culturas que él se propuso unir.

HISTORIOGRAFÍA DE LAS IMÁGENES

Se trata de ver más allá de lo que nos muestra una imagen en el arte.
En la época, el pintor puede llegar a pintar al emperador majestuosamente montado a caballo cuando en realidad ya no puede hacerlo que la gota que padecía. La misión del historiadorr es estudiar la intención que tuvo el artista al pintarlo.
Durante siglos se ha visto a Carlos V como un emperador opresor, pero a partir del siglo XX la visión cambia y se tiene una idea mucho más amable de él.

IMAGEN QUE CARLOS V PROYECTÓ EN ITALIA

Es un momento importante en su vida. Cristliza la idea del Emperador al igual que los emperadores romanos, como por ejemplo Escipión. Se sorprenden pues, frente a la idea del déspota que tienen de él se encuentran con un hombre afable y, sobre todo, católico. Para Carlos V la empresa italiana es fundamental. Desea pacificarla (durante su reinado se producirá el saqueo de Roma).

Hay una proyección de su imagen como "Príncipe de la Paz", con la idea del caballero cristiano y se le mitifica



IMAGEN QUE PROYECTÓ EN FRANCIA

Francia y España tenían rivalidades desde siglos atrás. Francisco I, rey de Francia fue el mayor rival de Carlos V. Tres fueron sus puntos de fricción: Navarra, Borgoña e Italia.
Entre 1521, en que Francisco I invadió Navarra, hasta 1544, fecha de la par de Crépy, una serie de guerras enfrentaron a Carlos V y Francisco I, quienes buscaron apoyo en los demás príncipes y potencias de la época y cuya rivalidad ensangrentó repetidas veces las tierras de Europa.
Con todo lo expuesto resulta lógico que la corte parisina no fuera muy proclive a la figura del emperador.